El coche circulaba tranquilo por la carretera vecina al río. La muchacha lo conducía igual que si ese fuera su único cometido en la vida, apenas presionando el volante en las revueltas, tocando suavemente los pedales mientras movía el cuerpo al sonido de la música de Police, Every move you make, I'll be watching you... Tan guapa, con su largo pelo oscuro agitándose en el aire arremolinado entre las ventanillas abiertas y el vestido lleno de flores, igual que las cortinas de cretona en el salón de una vieja dama inglesa. Vista así, parecía una chica feliz...

25 feb 2010

La joya de la corona (I)

En Londres hay mucho que ver: el archifotografiado Big Ben, Buckingham Palace, la abadía de Westminter, Candem Town -para recorrerlo una y mil veces-, el Soho y su ambiente nocturno, Picadilly, el lujoso centro comercial Harrods, Trafalgar Square –si eres español, ¡no olvides escupir junto a la estatua de Nelson!-, Kensington Gardens y Hyde Park, el London Bridge y barrios como Chelsea. Y mucho más.


Por supuesto, todo amante del arte –y, en realidad, también quien no lo sea- no puede pasar por la capital del Támesis sin visitar el British Museum, donde puedes encontrar desde los restos del Mausoleo de Halicarnaso hasta Los girasoles de Van Gogh, pasando por la piedra Rosetta. Pero si eres de esos curiosos que disfrutan en sus viajes de los recovecos menos turísticos de los lugares que visitan, ahí van cinco nombres que debes apuntarte si te dejas caer por Londres: King's Cross, The Travel Bookshop, Covent Garden, Baker Street y, por supuesto, Abbey Road.
En la estación de King's Cross podrás encontrar el andén y ¾ en el que el mago adolescente Harry Potter cogía el tren que le llevaba a Hogwarts. Foto de rigor. La librería The Travel Bookshop, con su escaparate azul, es mundialmente conocida por la película que lleva el nombre del barrio en el que se encuentra, Notting Hill. Además de pisar el espacio en el que Julia Roberts se enamora perdidamente de Hugh Grant, puedes encontrar filas y filas de casas con las fachadas de colorines y tiendas de segunda mano en las que encontrar los objetos más variopintos que puedas imaginar. El mercado de Covent Garden, donde puedes encontrar todo tipo de tiendas, pubs y restaurantes, es uno de los lugares más bellos de todo Londres. Allí podrás degustar –porque son un auténtico manjar- las mejores jacked potatoes (patatas asadas rellenas con los ingredientes que más te gusten) de toda la ciudad. En Baker Street vivió, porque así lo quiso la imaginación de Sir Arthur Conan Doyle, el detective más famoso de la literatura: Sherlock Holmes. Ya en las paredes de la estación de metro de esta calle puedes encontrar la silueta de Holmes, siempre acompañado de su pipa. Ya en la calle, te recibe una estatua del popular detective y en el número 221b -que en realidad no existía- podrás encontrar un museo dedicado al fiel compañero del doctor Watson.
Y Abbey Road… ¿Qué decir de Abbey Road? Es, sin duda, uno de los emblemas musicales de Londres y todo gracias a los Beatles. Esta calle londinense se hizo famosa cuando los cuatro de Liverpool la eligieron como escenario para la portada del disco que llevaba por título el nombre de la calle, donde se encontraban los estudios en los que el grupo grabó sus últimos trabajos.



Imágenes: Iris M. Vázquez, http://escucha.universiablogs.net
Fuentes: http://www.viajaralondres.com, http://www.farodevigo.es/sociedad-cultura/2010/02/24/abbey-road--santuario-musical/414701.html

12 feb 2010

¡Mira, mira! (IV)

Lo de bailar agarrados en Argentina ha terminado por convertirse en un auténtico espectáculo. Cuando uno viaja a la patria de Maradona resulta complicado que no se le vayan los pies al ritmo de un buen tango. Claro que son pocos los capaces de moverse así...

1 feb 2010

Con Eurovisión a cuestas

No acabo de entender por qué este país tiene esa extraña necesidad de demostrarle al resto de universo que sabe reírse de sí mismo. Ojo, que yo esa habilidad la considero toda una virtud si de personas hablamos: contigo mismo nunca se te acabará el cachondeo, eso está claro. Sin embargo, la cosa cambia cuando hablamos de un país y del resto del mundo. Me parece más una lacra que una virtud. Estos días ha vuelto a sonar mi alamar de 'tu país se está volviendo loco' a raíz de las idas y venidas para elegir a nuestro próximo reprensentante en Eurovisión. Aún recuerdo aquel año en que a mi abuela le habíamos regalado un frigorífico nuevo por el Día de la Madre y mis padres se emperraron en ir a ver si había quedado mono en la cocina justamente la noche del Festival de Eurovisión. Yo me preguntaba por qué tenía que ir a casa de mi abuela a ver un electrodoméstivo que, para más inri, era exactamente igual que el que había en mi cocina. A pesar de que entre mi casa y la de mi abuela hay, más o menos, cincuenta metros, me aterrorizada la idea de perderme la actuación española que a un 4º sin ascensor yo tardaba mucho en subir, que tenía las piernas muy cortas.
Finalmente, mientras mis padres analizaban cada milímetro de un frigorífico que ya debían conocerse de memoria, yo me emocionaba con la actuación de Marcos Llunas. No recuerdo la canción ni en qué puesto quedó, pero anda que no estaba yo feliz viéndole por la tele.
El caso es que ya no siento esa ilusión por Eurovisión. Será que me he hecho mayor y ahora entiendo todos los entresijos del popular festival. O que prefiero ver al Chikilicuatre conversando con Buenafuente. O que a Karmele sólo me entran ganas de decirle aquello mismo que un buen día le dijo Mariñas. Puede que en el fondo seamos los más listos y los únicos decididos a devolverle a Eurovisión en carácter de espectáculo que siempre tuvo. Aunque puede que no hayamos elegido la mejor manera. Que reírse de uno mismo -y un poquito de los demás, ya de paso- está bien, pero sin pasarse. Nada es lo mismo desde Sergio. Dalma, claro.

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